Los consumidores actuales son cada vez más exigentes y demandan riesgo cero. Un tema importante para el sector agroalimentario radica en el control de la calidad sanitaria con el fin de prevenir el establecimiento y desarrollo de flora bacteriana indeseable. Esta gestión de los riesgos microbiológicos implica el uso de diversos productos antimicrobianos, desde la producción primaria, durante la distribución de alimentos a través de entornos de producción, hasta el almacenamiento de los alimentos para el consumidor. Su utilización se rige por regulaciones en constante cambio en función de los avances científicos, así como de las exigencias sociales con respecto a su seguridad.